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lunes, 20 de agosto de 2012

El Cruce de un verdadero Prócer. Y la Liberacion del Peru.


Dr. Mariano Víctor Piñeyro. 

(Nota para el programa radial “La Boca Ya tiene Dientes” FM 89.3 Mhz. Lunes de 20 a 21hs.)

Existen Héroes que nunca se conocen. Otros donde una hazaña logra crear una leyenda. Lo enunciado no revela al grande que veremos. Uno bien podría buscar con ayuda de Google el significado de Prócer.

Pero en el caso de Don José de San Martin, tal rotulo le es pequeño.  Cruces países a caballo, sufriendo grandes dolencias en la salud. Marca una pasión por la palabra LIBERTAD, como nadie en la Republica Argentina lo ha tenido.

Este 20 de agosto recuerde a un grande. Un cruce hacia la LIBERTAD. Porque bien podrían existir Dioses, Reyes y Monarcas. Jamás habrá otro Don José de San Martin.


Liberación del Perú

El 20 de agosto de 1820 San Martín partió de Valparaíso con el Ejército Libertador del Perú, con 4000 hombres. En septiembre desembarcó en Pisco. Como las tropas no eran suficientes, evitó el choque directo con los realistas, cortó las líneas de comunicación y de abastecimiento y consiguió el apoyo de la población local. Enfrentado a 20 mil efectivos, desplegó una guerra de desgaste y fomentó la rebelión en las filas enemigas.


Relatos del Padre Furlong: "Cruce de los Andes"

"EN VEINTICUATRO DIAS HEMOS HECHO LA CAMPAÑA, PASAMOS LAS CORDILLERAS MAS ELEVADAS DEL GLOBO, CONCLUIMOS CON LOS TIRANOS Y DIMOS LA LIBERTAD A CHILE..."

Palabras del general San Martín en el parte detallado de la batalla de Chacabuco.
Santiago e Chile, febrero 22 de 1817.

Para la inmensa mayoría de los que estudian y enseñan la historia patria, el paso de los Andes es un hecho de gran realce, una empresa difícil, penosa y peligrosa, pero están muy lejos de imaginar lo arduo y sobrehumano que fue aquel cruce, único en los anales de la historia argentina y universal. Si exceptuamos a los cuyanos que contemplan, día tras día, ese imponente muro de proporciones gigantescas, y oyen a la continua las infinitas peripecias y mortales accidentes que allí tienen lugar, bien pocos han de ser los argentinos que tengan una idea, ni siquiera aproximada de lo que debió costar a San Martín cruzar la Cordillera.

El viaje actual, ya sea en tren, ya sea en rápido automóvil u ómnibus de pasajeros, y ni hablar en avión, sólo muy ligeramente capacita para que pueda uno formarse alguna idea de lo que, otrora, significó cruzar aquel compacto aglomerado de gigantescos montes.

Para comprenderlo, con mayor aproximación a la realidad histórica, es menester eliminar, mentalmente, la amplia carretera que hoy existe; es menester suprimir la mayoría de los puentes, y es menester prescindir del túnel, de que se valen, así los trenes como los autos, para acortar distancias y evitar terribles ascensos y descensos. En 1817 nada de eso había. La carretera no era tal; sólo era un camino, de treinta a cincuenta centímetros de anchura, desigual y pedregoso, camino de mulas en el que había que viajar con la lentitud propia de estos animales, dado lo cual, el cruce demandó de 20 días para las tropas de la patria.

Es posible que algún estudioso, al referirse al paso de los Andes no peque de esa estrechez mental, ni de esa visual miope, pero la inmensa mayoría de quienes no hayan pasado la Cordillera o, a lo menos no se hayan internado en ella hasta Uspallata, por ejemplo, o hasta un punto análogo, forzosamente han debido formarse, y se forman, una idea harto inadecuada de lo que fue la hazaña sanmartiniana.

El coronel Leopoldo R. Ornstein ha escrito, con sobrado fundamento, que "algunos tratadistas han establecido un parangón entre el paso de los Andes con el de los Alpes por Aníbal, primeramente, y por Napoleón después. La similitud es muy relativa, por cuanto difieren en forma muy pronunciada las dimensiones y características geográficas del teatro de operaciones, como también los medios y recursos como fueron superadas en cada caso ambas cadenas orográficas.

Esas diferencias son, precisamente, las que presentan la hazaña de San Martín como algo único en su género. En efecto: Aníbal cruzó los Alpes por caminos que ya en esa época eran muy transitados, por ser vías obligadas de intercambio comercial. Y aunque no puede afirmarse que su transitabilidad fuese fácil, tampoco debe considerarse que pudiera presentar grandes dificultades, puesto que el general cartaginés pudo llevar consigo elefantes, carros de combates y sus largas columnas de abastecimiento.

San Martín atravesó los Andes por empinadas y tortuosas huellas, por senderos de cornisa que sólo permitían la marcha en fila india, imposibilitado materialmente de llevar vehículos y debiendo conducir a lomo de mula su artillería, municiones y víveres, aparte de haber tenido que recurrir a rústicos cabrestantes e improvisados trineos para salvar las más abruptas pendientes con sus cañones. Habría podido Aníbal franquear las cinco cordilleras de la ruta de Los Patos, escalando, con elefantes y vehículos, los 5.000 metros del Paso Espinacito?

San Martin a lo largo de sus 72 años sufrió de : asma, hemorragia digestiva, heridas y traumatismos varios, gota, hemorroides y fístula anal, paludismo, difteria, cólera, tifus (chavalongo), erisipela, convulsiones, iritis, cataratas, parasitosis (pulgas, piojos, etc.

Ha llegado la hora de recuperar al héroe doliente, oculto en el Capitán de los Andes. He aquí palabras de su historiador, el Gral. Mitre a las que no se le atribuyó su signifivativo alcance:

 “LOS HEROES NECESITAN TENER SALUD ROBUSTA PARA SOBRELLEVAR LAS FATIGAS  Y DAR A SUS SOLDADOS EL EJEMPLO DE LA FORTALEZA EN MEDIO DEL PELIGRO, PERO HAY HEROES QUE CON CUATRO MIEMBROS MENOS, SUJETOS A ENFERMEDADES CONTINUAS O CON UN FISICO ENDEBLE, SE HAN SOBREPUESTO A SUS MISERIAS POR LA ENERGIA DE SU ESPIRITU. A ESTA RAZA DE INVALIDOS HEROICOS, PERTENECIA SAN MARTIN”.

Rosana Benitez (expedicionaria a lomo de mula 2004).

Los 8 cruces de la cordillera del Gral. San Martín.

Los viajes realizados por el Gral. San Martín cruzando la Cordillera de los Andes fueron ocho. El primero, comenzó el 17 de enero de 1817, y fue consecuencia de la planificación y ejecución del denominado "Plan Continental", cuyo objetivo era dar libertad a los pueblos de Chile y Perú.

Las diferentes filas fueron saliendo simultáneamente en distintos días. El Gral. San Martín partió desde El Plumerillo el día 24 de Enero de 1817.

Llevada a cabo la Batalla de Chacabuco, en donde el Ejercito Patriota derroto a los realistas, el Gral. San Martín vuelve a Mendoza atravesando por segunda vez el macizo andino en fecha 15 de marzo de 1817.
Durante su estadía en Mendoza, anoticiado de que en el sur de Chile los realistas se estaban reagrupando para recuperar el territorio perdido, decide volver a Santiago, para lo cual tiene que emprender un nuevo cruce de las Altas Cumbres, el que tuvo lugar los primeros días de abril de 1817.

Se aprecia entonces, que en el lapso de 60 días, el Gral. Cruzo la Cordillera tres veces.
En mayo de 1818, habiendo sido derrotado definitivamente él ejercito realista en la Batalla de Maipú, y con el objeto de dar continuidad a su "Plan continental", es decir, luego de haber libertado Chile, llegar por el océano Pacifico hasta Perú y liberar dicho pueblo del poder realista, es que tuvo que emprender el regreso a Mendoza y de ahí, a Buenos Aires, en busca de apoyo económico para iniciar dicha travesía.
Así, en el mes de mayo de 1818 inicia su cuarto cruce.
A su vuelta de Buenos Aires, con la promesa de que se conseguiría el dinero solicitado, emprende un nuevo cruce de Los Andes en Julio de 1818.

El propósito era afirmar el poder de O’Higgins en Chile, que había ido debilitándose por distintos grupos opositores; y comenzar a diagramar la campaña al Perú. Quinto cruce.
En febrero de 1819 se le comunica que distintas Provincias que componen lo que en ese entonces se denominaban Provincias Unidas del Río de la Plata, se habían sublevado al poder central de Buenos Aires, entre ellas Santa Fe y Entre Ríos, como así también que en San Luis se habían amotinado distintas Divisiones que integraban el Ejercito de los Andes.

Es por ello que en Marzo de ese año, decide nuevamente cruzar la Cordillera para instalarse en Mendoza. Allí tuvo que optar entre pelear contra sus hermanos de las provincias mesopotámicas, cosa que nunca hizo, o sofocar la rebelión de parte de su Ejercito, trasladándose para ello hasta San Luis.
Luego de calmar los ánimos de los rebeldes en San Luis, decide emprender un nuevo cruce, sin que su salud, que se encontraba debilitada, le impida realizar el mismo.

Así, en Enero de 1820, comenzó su séptima travesía por las cumbres andinas, esta vez cruzándolas acostado en una litera (especie de camilla) y llevado en andas por seis baquianos.
Planificada y realizada la campaña al Perú, obtenida la libertad del pueblo peruano, y luego de su encuentro con Simón Bolívar, decide regresar a Buenos Aires.

En 1824 emprende así, su octavo y ultimo cruce por el macizo andino.

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